En medio Camino de Santiago
En medio Camino de Santiago. A mitad del Camino de Santiago… ¿solo medio Camino de Santiago es suficiente para vivir la experiencia? ¿Se va a reflexionar? No fue mi caso. Un camino de postas precioso. Hiking de los grandes, mundial, por el Norte de España.
Comienzo 1. Bercianos del Real Camino
¿Por qué?, me pregunto. ¿Llegaré? ¿No me voy a romper? Porque una cosa es desde Sarria, las últimas 5 etapas para la Compostela, de domingueros. Otra, desde Roncesvalles, qué hay que ser temerario, pero ¿y a la mitad, en Sahagún?
New Haven-Hartford-Dublin-Madrid-León-Sahagún. Salgo del tren regional. Siento un cosquilleo. Mis padres llevan 15 días andando, mi hermano comenzó ayer. ¿Por dónde? Busco en el móvil. Veo que serán 381 kms. Enciendo en control de pulsera. Para allá. Y comienzo. Todo lo técnico que he podido comprar, lo tengo; que es todo lo que se puede llevar. El peso es lo jodido, me dice Arancha. Y siento el peso de la mochila. Me la ajusto, que el peso vaya a la cadera. Y eso que solo son 6 kilos. Y camino. Vuelo. El sendero, sencillo. Agradable. Sol. Cielo azul. Paisajes amarillos. Muchos sembradíos. Hasta llegar a Bercianos del Real Camino. Ya está parte de la familia, esperando. Ya estamos en marcha. Ya estamos en El Camino.
#hiking
Mansilla de las Mulas (etapa 2 del Camino de Santiago) #hiking
A las 5:40 am sonó el despertador. Lo apagué al instante, no quería que el resto de mis 57 compañeros de habitación se despertaran, por mucho que unos 20 hayan roncado toda la noche. Tampoco prendí la lámpara. Oscuridad total. Alguno miraba una pantalla. Me puse pantalón, camisa, chaqueta, gorro, calcetines y zapatos, todo de hiking. Si hay que ir, que sea con estilo cartera mediante. Hice la maleta a tientas, me salió perfecta. Y de ahí, a caminar. 6:00 am, 3 grados y 27 kms por delante. Un pueblo, otro. Todo muy monótono, dice mi padre. Aburridos. Me duelen las plantas de los pies. Mañana será tranquilo, pasado también. Luego vienen tres etapas de locura. Mientras la calma castellano-leonence.
Etapa 3. León. #ElCaminodeSantiago lleno zombis #hiking
Ya la cosa pintaba mal nada mas llegar a Sahagún. A las 2:00 pm había personas deambulando como medio muertas. Caminaban sin rumbo, acartonadas. Cómo si les doliera todo el cuerpo. Hoy, camino a Leon, eran una horda de personas acartonadas. No doblaban las rodillas, no giraban la cabeza o la cintura, solo nos seguían. Caminaban viendo al infinito. Mirada perdida.
Salimos a las 6:00 pasaditas. Los primeros del hostal. Y después de 5 kms y una hora de camino pasó el primero. Lo vimos de lejos.
—Ahí viene uno —advirtió Alex.
—Apura, apura —dijo mi padre—. Eso no me gusta nada.
Mi madre dio un pequeño grito. Yo grité como loco. Y aceleramos. Casi corrimos. Pero nos alcanzó. Luego otro. Luego un tercero. Un koreano. Hay un montón de koreanos. Todos infectados con un virus vía reality, se vienen al camino a alcanzarnos y acojonárnos. Nos da miedo. Pero este, nos alcanzó y chilló algo así como: “Buen camino”. Alex casi le pega. Yo estaba a punto de clavarle los bastones que ya le había quitado a mi madre. Pero lo dejamos. Nos sorprendió el balbuceo. Luego siguieron muchos más. Todos zombis mirando a Leon. Al final, me acorde de ‘Mi novio es un zombie’ y su corazón latiendo por cariño, así que si alguno nos pasaba me lanzaba a abrazarlo “Buen Camino”, le decía. Y ellos, todos, dejaban atrás el rictus. Medio sonreían en la meseta de Castilla. Nosotros llegamos a salvo.
Express News! No hagan esto sin supervisión de un profesional. Es más, no lo hagan. No hace falta. Te van a doler los pies un chingo y todavía te van a faltar 6 kms.
San Martín del Camino (Etapa 4 de El #CaminodeSantiago)
La cosa comenzó difícil. Se complicó desde el inicio: había que andar, y mucho. 24 kms. A los 3 kms ya me dolían los pies. Pum pum pum, rápido, sin pausa sonaban los pasos. Pero los kilómetros no. Me pongo hasta atrás por aquello de cerrar la fila y chupar rueda. Ellos eran como una hilera de gacelas, yo me sentía un elefante buscando no separarme del grupo. Y logré agarrar el paso. En algún momento éramos todos unos camellos con mochilas por joroba en un páramo caminando sin parar, rumiando nuestros dolores. En mi caso: ampollas, callos, ciática, la espalda y hasta diabetes estacional.
Seguimos andando. Y veo a los camellos irse alejando. ¿Qué pasa aquí si voy al mismo ritmo?, me pregunto. El reloj de esos inteligentes que te dice todo de ti me desmiente. He pasado de 10 minutos el km a 14. Pero solo yo, el resto siguen a 10 el km. ¡Y apenas llevamos un tercio del día! Hay dos paradas técnicas: la primera me parece muy pronto, la segunda, tardísima. Llego como puedo. Casi no llego. Pero no dejo que me pase nadie. Y así es como resuelvo los problemas de kilómetros, evitando que zombis y koreanos me pasen. Ni por izquierda ni por derecha. Yo tiro y tiro, para delante. #hiking
Astorga (etapa 5 de mi #CaminodeSantiago)
Las etapas de más de 20 kms se hace duras para todos. Pensaba que solo para mí, pero todos han confesado. Hay ciertos ungüentos que funcionan, otros no.
Hacemos dos paradas de avituallamiento, a los 6, 7 u 8 kms; y otra a los 19 o 20. Pero después de esta última la cosa se tuerce mucho.
Como la etapa era larga, pedí pomada antes de salir. Todo mundo me dio la suya: Alex, Voltaren. Mi madre, Mariguanol. Mi padre, pasta de dientes. Y me eche todas: en todos lados, junto con la vaselina, que todo lo cura. Vaselina y Voltaren en los pies. Pasta de dientes y Mariguanol en la boca. Dudé con el Mariguanol. Cuando abrí el tubo, salió una crema verde cristalina. Parecía comida de astronautas, así que me la metí a la boca. Después de la primera parada me comencé a sentir que flotaba.
—¿Estás bien? —preguntaba Alex.
—Yeah —contestaba yo haciendo la señal de amor y paz—. Es más, vamos por un camino alternativo —grité eufórico.
Los metí a todos en el único bosque de zarzas con espinas qué hay en Castilla. Salimos dando de machetazos con los bastones de caminar y todos arañados. Pero nadie dijo nada. Todos siguieron andando cómo si nada.
Después de eso mi padre se arrancó. No había quien lo alcanzara. Luego mi madre. Cuando vi que luego era Alex imploré por la segunda parada. Llegamos a un puesto de frutas y comida que mantenía un hippie en medio de ningún lugar. Y ahí me di cuenta que él y yo teníamos la sonrisa verde fosforito. Mi madre se acercó a avisarme: “para la próxima, dosis más pequeñas, y en los pies, no en la boca. Ahora te va a dar un bajón.” Terminé viéndolos a todos alejarse a Astorga sin pesar y sin bajón ninguno. #hiking
Etapa a Foncebadón (6ta del tour #CaminodeSantiago)
Sabemos que los zombis, los koreanos y nosotros tenemos una etapa dura. Todos con miedo. 27 kms de pura subida, los últimos 6 con rampas del 10%. Nuestro Tourmarlet. O casi, qué hay una más jodida.
Salimos los primeros del hostal. Paso alegre, pero sin pasear. 10 kms, avituallamiento. Torta/bocata de queso con jamón serrano. Tiramos. Se incrementa el ritmo. Pasamos senderos agradables, y el entorno es lindo, pero subida. Siempre subida. Segundo avituallamiento, jugó de cebada. Salimos y se destapan las hostilidades. Aceleran todos menos yo. Chupo rueda para los últimos 3 kms. Lo tengo estudiado. Dejamos a zombies y koreanos clavados. Piñon mediano. Seguimos. Se abre un espacio entre Madre y Alex, todos del mismo equipo. Piñón pequeño. Yo sigo a Padre, a unos 5 metros de los líderes de la carrera. Últimos dos kilómetros. Mando a acelerar, pero va cansado. Padre ha hecho todo el esfuerzo de subida. Se atraviesa algo, una hormiga aficionada, y zaz. ¡Tragedia! Caída. Botella de agua, mochila y maillot roto. Tortazo lindo. Se ha confirmado que la tierra se desplazó un metro de su órbita. La organización ha echado a la colonia entera de hormigas del evento (pero no se han movido). Los 4 acordamos una llegada conjunta, tranquila. Todos bien. Mañana etapa larga pero bajada, para relajar las piernas. #hiking
Carta de un caminante jacobino sobreviviente a facebookers e instagramers (etapa 7 de mi #CaminoDeSantiago)
“Y el dios de la lluvia pidió un sacrifico. No le bastaba con jornadas larguísimas de 24, 26 o 28 kms. Quería más. Y se enojó y mando agua para limpiar el Camino. No más zombies ni koreanos.”
Explicación terrenal para la primera lectura en el servicio:
Desde las 6:00 am lloviendo a cántaros. Nos preguntamos unos a otros que hacer cuando la decisión estaba ya tomada. Salimos como sea. Y salimos hasta la Gran Cruz de hierro del Alto de Foncebadon.
Hay que echar una piedra de dónde uno es. Yo agarré una un metro antes, y traté de repetir la oración que Alex dijo como mantra unas 1,268 veces el día anterior, no salió. Solo atiné a decir: “líbrame de mis cargas, de mis kilos y de mi mochila”. Nada más claro que librarme absolutamente de todas las cargas. Mi padre ni paró.
—Echas una piedra por mí
—Te pido lo mismo que a mí —pregunté
—Sí, sí. Yo tiro, ahí me alcanzan, que la lluvia está muy jodida —dijo sin parar a ver la cruz siquiera.
Mi madre y Alex otros iguales. Pues así nos fue. Cayó un diluvio durante 3 horas semejante al de Noé. Pero esta vez la selección no fue pareja de especies, sino zombies con corazoncito y koretanos con flow; y nosotros (claro). El resto, ahogados, como limpieza del mundo.
Se termina la lectura:
“Eso sí, aún habiendo sido elegidos, los caminantes lo pasarán mal, como Noé. 3 horas de agua, otras 4 empapados y solo 3 más húmedos. Pero así, serán elegidos.”
Palabra de caminante jacobino sobreviviente.
Nota: Favor de enviar el diezmo correspondiente.
¡Organización!, que vamos camino al fin del mundo (etapa 8 de mi #CaminoDeSantiago)
Hay varios tipos de caminantes: los peregrinos, para los que esto es todo relacionado con la religión. Bien. Luego están los que caminan y los ciclistas. Mi hermano fue ciclista, y pionero. Lo hizo hace 10 años. Hoy seguimos su ejemplo caminando. De los caminantes, hay zombis, koreanos y nosotros, convirtiéndonos en zombis. Lo evitamos a toda costa pero… Los hay con mochila y sin ella. Hay un servico que te la lleva de un lugar a otro. Hay veces que he querido irme con ella; pero aún no se puede.
Hacemos las etapas. La menor de 22 kms, la mayor de 30, pero se puede hacer lo que quieras. Hay desde el inicio y en cada pueblo un albergue, hostal, hotel, casa rural o depto. Los albergues es lo “original”. Algunos permiten que los reserves online, otros solo por teléfono, y otros (lo inicial por allá del siglo I) solo llegar y formarte por una cama, es decir: caminas 24 kms, llegas a las 13:00 del día (si eres rápido) a formarte a ver si te dan una cama. ¡Qué locura! Eso es lo original, dicen. Es decir, si no llevas tus 10 kms no vale. Si reservas online, no vale. Si no sales desde Roncesvalles, no vale.
No sé. ¿Y esas etapas de 30 kms bajo la lluvia? Menos mal que convencimos a mi padre, contractura de espalda por medio, de enviar las maletas. Eso si, hay una dinámica: debe haber alguien en recepción para recibirlas y dejarlas, los albergues lo saben. Pero compartes cuarto con 80. ¿Y si vas a un depto?, pues todo el baño para ti, pero debes ver a dónde llevar las maletas para que se las lleven. Vamos, se necesita organización.
¿Lo esencial ? Hacerlo, moverse ¿no?
Pues eso. Hoy 24 kms en tiempo récord. Perfectos. ¿Mañana? La etapa más jodida de todo el camino francés: de Villafranca del Bierzo a O Cebreiro. 27 kms de pura subida. 8 horas sin parar. Vamos, camino a Mordor/ el infierno/ Purgatorio/ … o Galicia, dónde existe el “Fin del mundo”. Es en Fisterra donde muchas veces me descubro pensando.
Etapa reina, o no (etapa 9 de mi #CaminoDeSantiago)
La etapa reina del Camino salió más bien flojera. Fueron 28 kms, de los cuales 22 no tienen ni pena ni gloria, mero trámite para la subida de 6 kms. No llegamos hasta O Cebreiro, que es el puerto, sino unos paso antes, a La Laguna, último pueblo de Castilla y León antes de la última comunidad: Galicia.
Salimos a las 6:00 como es costumbre, los primeros del hostal. Pocos zombies y koreanos. Estamos usando Voltaren y cintas deportivas para los distintos puntos débiles, yo en la rodilla. Y un poco de Mariguanol tomado, me gustó la sensación.
Parada hasta los 12 kms. Aburridos.
—¿Cantamos?
—Ni que fuéramos Boys Scouts.
—¿Cuál quieres?
Hubo de todo. Desde la típica esa de “se hace camino al andar”, muy dramático para mí, unas de rock en español, baladas, rancheras… pedí El Fantasma para Arancha por eso de “el castillo en España” y “dándole al tacón”, y terminamos con Eye of Tiger y Chariots of Fire y los guitarrazos de Vanguelis. Tremendo subidón para comenzar el puerto. Rampas de hasta el 25%. Literalmente un camino de vacas, que hasta posaron para el selfie.
La etapa la sacamos muy bien. Menos cansancio, “mas rápido, más alto, más fuertes” (patrocinado por el COI). Albergue, comida (menú del peregrino), siesta, cervezas, en ese orden. La dinámica antes de las 10:00 pm, porque aún con luz, la vida de los zombis, koreanos y Nosotros para. A las 10:00 se apagan las luces, gritó mi padre a un despistado ayer, y el Camino paró.
Tiascastela, tierra gallega (etapa 10 de mi #CaminoDeSantiago)
Entramos en Galicia, y se nota. Bosque, verde, colinas y montañas, valles y cañadas.
Comenzamos el Camino porque mi padre se empeñó. Será divertido, dijo. De eso hace varios años. Desde entonces hemos ido madurando poco a poco el viaje. O él lo maduró. Le decía a Alex:
—¿Ya viste cuando nos vamos?
—No. Tú dime
—Hay que hablar con Betín.
Así, todos las semanas desde, por lo menos, el último año.
En febrero me llamó y me dijo: En Mayo 2 estoy en Madrid para comenzar.
Yo me puse a temblar, y a caminar. La clave es poca ropa y especial. La recomendación es de Arancha, que se le conoce por haber hecho montañismo varios años y tener muchos hikings por todos lados. “La maleta, que la cargue la cadera, sin contacto con la espalda y ligera. En total, no más del 10% del peso, y es mucho. Los zapatos, de montaña, que cubran el tobillo y nunca nuevos. Ropa técnica: ligera, secado rápido. 3 piezas arriba, tres abajo; 4 pares de calcetines de merino; 3 de ropa interior, también técnica. Chaqueta técnica de calor, plumas o forro polar, rompevientos y chubasquero. Sombrero de montaña, frontal, braga para el cuello y sandalias de montaña. Bolsa de dormir, y nada más! Nada más.” Yo me llevé mi libro de viajes Midori Ollita y unas estilografas. 6 kilos con la maleta. Y era mucho.
Lo puse todo en la cama de un hostal, pero me pidieron que me vistiera. Se veía raro un tipo en bolas tomando fotos a su ropa.
Ya conté lo de los albergues. También lo de las mochilas. Y la comunidad (zombies, koreanos y nosotros), muchos personajes. Nosotros somos de madrugar. Pero los últimos días he visto a una chica llegar a las 19:00 o 20:00. Muy justa. Todo se muere a esa hora.
Nosotros, cada día mejor. Hoy, 24 kms y los disfrutamos. Por momentos era un paseo. Ya escucho por acá que “si lo tuvieran que hacer, no repetirían el Camino Francés, sino harían el del Norte, el Portugués o de La vía de la Plata”. Cómo si este fuera poco.
Sarria, o Caminolandia (etapa 11 de mi mi #CaminoDeSantiago)
Hoy solo eran 20 kms, pero aún así Nosotros salimos a las 6:00 am. Nos levantamos aún antes, porque ayer lavamos ropa y no se secó, así que no pudimos arreglar la mochila en la noche.
—Oye, pero podemos despertarnos más tarde. Es una etapa corta.
—No. A las 6:00 salimos.
Y salimos. Caminata corta, verde, linda. Un par de subidas duras. Estamos “guiando” a un boliviano-suizo. Se vino con un maletón y zapatos nuevos. Trae ampollas y calculó mal los días. Vuela de vuelta el domingo desde Madrid, pero las etapas están marcadas para llegar a Santiago el domingo.
—¿Y cómo le va hacer?
El señor ya está jubilado. Tenía mucho tiempo pero se lió y saco el vuelo el mismo día que termina. Vamos, que no llega.
—Caminare más dos días.
—Uy. Suerte.
Hoy se vino los 20 kms de camino unos 15 metros atrás de nosotros. Lo esperamos para el café. Se lo tomó en nuestra mesa sin decir nada. Ayer no callaba. Luego, al llegar a Sarria buscó albergue.
—Si quiere adelantar, hoy es el día.
Ni me contestó. Lo matamos con el ritmo.
Tan rápido salimos que mi madre se olvidó sus medias gafas de ver (solo tienen una patilla). Las dió por pérdidas hasta que recordó que el mesero del albergue de Triacastela conducía todos los días 20 kms a Sarria, donde duerme. Lo llamó y cuadraron. Suertuda. El tema es que Nosotros -llueva, truene, matemos a un jubilado con el ritmo o pierdas las gafas, no importa- salimos a las 6:00 y vamos a ritmo de 5 kms hora. Luego ya vemos. Hoy, a las 11:00 ya estamos frente al albergue, esperando el check-in con dos cañas en el cuerpo.
#hiking
La importancia del ritmo (a Portomarín, etapa 12 de mi #CaminoDeSantiago)
Una zombie dominguera que estaba sentada a nuestro lado en las cañas de después de la siesta nos contó que iba día a día para dejar de tener control.
—Así aprendo algo en El Camino. ¿Y tú?
Que manía de aprender algo cuando lo importante es disfrutar. No contesté.
Gruñó y repitió: —¿Y tú?
Intenté responder en sus términos: —Nos levantamos a las 5:40, terminamos de arreglar la maleta, salimos a a las 6:00, revisamos la estrategia y el perfil del día, caminamos, café, caminamos, cerveza, checking, comida, baño, siesta, últimos alcoholes, dormir. Así hoy, camino a Portomarín, y todos los días.
La chica de nuevo gruñó: —Y la versión corta.
—Andar y beber/ y cuidar siempre,/ de nunca caer —dije.
La chica gruñó.
Chica, te lo he contado en un haiku. ¿No que controlabas?
Sobre el control, yo he delegado en un funcional Garmin. Me da todo lo que quiera, si me acuerdo de activarlo. Miro principalmente el ritmo. El ritmo es lo que importa. El ritmo te da oportunidad de llegar bien, de respirar. El ritmo para todo, para caminar, para beber,… chica, hasta para ser antipática necesita ritmo. Gruñido, gruñido, sonrisa. Gruñido, gruñido, sonrisa. Tú llevas tres gruñidos.
El ritmo te hace grande. Míralo al Messi: recorte, recorte, recorte, tiro. Recorte, recorte, recorte, tiro. Recorte, recorte, recorte, gol. Ritmo.
10, 11, 12 o 15 mins el kms. No importa, mientras mantengamos el mismo ritmo. Luego seguimos. Cerveza, cerveza, cerveza. Todos al mismo ritmo. Todos menos la chica, que no dejaba el control a un lado y tampoco tenía ritmo.
Un zombie menos en Palas del Rey (etapa 13 de mi #CaminoDeSantiago)
Se acercó preocupado.
—No tengo con qué comer.
—¿Cómo que no tienes con que comer, Pancho?
—Solo tengo esto —me dijo enseñándome un billete de 100 dólares y dos de 50 y 20 francos suizos.— Y no me los cambian en el VBkZ ese.
—¿Saca del cajero?
Pancho pestañeó mucho. Usa una gorra ligera de deporte pero se le va de lado, un morral mal puesto y un vaso-cantimplora para el agua de dos litros, enorme para andar 28 kms.
—Perdí la tarjeta de Madrid a Ponferrada.
Yo no pestañeé nada. Abrí los ojos mucho.
Primero, reventó. Pero no dejó de ir a nuestro ritmo. Pancho es el suizo-boliviano que reventamos en una de las etapas anteriores. Después, lo rescatamos medio perdido antes de llegará a Triascatela. Sin rumbo, sin mapa, móvil, sin seguir las flechas amarillas y sin albergue. Lo pusimos en cola y lo dejamos en la puerta del albergue municipal. A los dos días estaba caminando como zombie a las 6:00 para salir del pueblo. De nuevo a la cola. Ese día lo esperamos en la puerta del café, antes de meternos a pedir.
Pídete esto. Pídete aquello. Se paga allá. Pancho, vas a tener que tirar ese maletón al río. Pancho, reviéntate las ampollas y ponte aquello. Pancho, no vuelvas a salir a caminar con zapatos nuevos. El único que no le dice nada es Alex. Lo ve y niega con la cabeza. Se comparten las claves del wifi de los bares.
—Yo te cambio los dólares. Los albergues, le decimos a tu hija que los pague online. La comida, hay bocatas de mi padre. Y en tren de vuelta a Madrid me dijiste que ya lo tienes, ¿no?
Afirmó con cabeza, sin decir nada, y volvió a pestañear mucho.
Alex sigue negando con la cabeza mientras nos tomamos la última cerveza: —¿Y tu padawan?
—Reventado (de nuevo). No quiso venir a dar la vuelta.
Mi madre también preguntó porqué no vino Pancho.
—Está bien para sus 77 años —dice mi padre.
Luego recordamos que la etapa fue larga, y que ya hay un zombie menos, y un Nosotros más.
#hiking
Caminamos (Arzúa, etapa 14 de mi #CaminoDeSantiago)
Llevo 14 días caminando; de un total de 16. La mitad de El Camino de Santiago Frances.
No he pensado mucho. Ya lo hago todos los días en el autobús al trabajo. No, en esta ocasión estar y hablar con mis padres, con Alex.
No, El Camino no es esa experiencia transformadora que muchos tienen, pero sí es una experiencia linda: un hiking de 16 días. Jornadas de 25, 27 y hasta 29 kms., y luego comer y beber.
Hoy terminamos la última etapa larga. Quedan dos de 20 kms. En suspiro, pura celebración. Disfrutar del verde, del campo, de los caminos rurales. Caminar al lado de la carretera. ¿Siempre quise saber quién camina al lado de la carretera en vez de estar en un vehículo? Los #roadtrips son cools, los #hikings también. Llegar a dónde tienes que llegar y sentarte a ver el paisaje. Meter los pies en agua fría.
Caminar es brutal. Te obliga a seguir hasta llegar a dónde debes llegar. No puedes quedarte a la mitad. Terminas. Puedes interactuar con la gente o no, pero sí o sí interactúas con el entorno; con la tierra, las piedras o el asfalto que pisas. Los pies lo notan. El cemento te destroza las rodillas. Es lo más duro. Está el charco que debes saltar o el puente a cruzar. Están las lombrices, gusanos y caracoles que evitas pisar, y toda la basura, plástico que evitas incluso ver. Y sigues hasta el final.
Antesala del final (O Pedrouzo, etapa 15 de mi #CaminoDeSantiago)
Todo tiene un fin. La penúltima etapa fue sencilla, hasta O Pedrouzo, penúltima parada antes de Santiago de Compostela. Corta, 22 kms., pero ya siento los días. La rodilla derecha y los tendones de Aquiles están sensibles, no duelen pero las sensaciones son de cansancio. Mi madre me dice que ya está aburrida. “Muy bonito, bien, caminé toda España. Ya está.”
Mañana parece será puro jolgorio, fiesta. Hoy el camino, ya al final, era una romería, una peregrinación en toda la regla. Los koreanos, los zombies, los domingueros por montones y Nosotros cinco -sí, Pancho hasta el final- caminando y caminando.
Se notan los pasos, las lesiones, el cansancio, la mochila. En otros casos, la novedad, lo breve del viaje, la poca preparación. Hay gente que va en jeans, ¡en jeans 20 kms!
Nos hemos registrado como peregrinos, quieren la compastela. Yo quiero comer pulpo y zamburiñas. Me caminé todo el pueblo buscando un lugar decente dónde comer, solo hayamos pulpo.
En los últimos días hay orrios, preciosos. Típicos de Galicia, creo que del norte de España, y me cautivan. Uno tras otro me quedo viéndolos, tan diferentes a un granero en mi cabeza. Todo el norte es piedra: amarilla, roja, gris, pizarra… el viento sopla, la lluvia y el sol calan. Y todas estas casas, castillos, orrios me evocan ruinas. Hay en el camino templarios y caballeros. La Orden de Santiago y su cruz roja están por todos lados. No puedo evitar recordar a (Rebecca) Solnit: “Piense en la ruinas como souvenirs de un fin de mundo cancelado.” Y tengo esa terrible sensación de que El Camino, cualquier camino; el caminar como viaje, pronto van desaparecer. Será que estamos en la antesala del final.
#hiking
Catedral de Santiago (etapa 16 de mi #CaminoDeSantiago)
#hiking
El fin del mundo (Fisterra, etapa 17 de mi #CaminoDeSantiago)
No fue #hiking , sino un mini #roadtrip No solo buscamos volver vivos de los confines del mundo, donde el mismísimo sol muere, sino también buscamos comida, bebida y hasta ruinas celtas, para honrar a todos los dioses posibles.
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