Una pequeña sala de conciertos en New Haven


Hay una pequeña sala de conciertos en New Haven que me vuelve loco. Programan conciertos de jazz, rock, punk… hay algo de pop, claro. Pero sus conciertos son a las 16:00. En verano, se sale de la sala oscura, y el sol deslumbra. Necesitas gafas de sol. Y me
Rompe los ojos. Luego salimos con un subidón, con ganas de más. Pero no hay más en este pueblo. Si eso, a las 7:00 cena; o irte a un bar de teles a ver algún partido: a veces soccer, otras americano, basketball o béisbol, dependiendo la temporada. Hemos incluido el hockey por el béisbol. Arancha dice que no puede ser deporte algo que se juega en pijama. Y caminamos por la calle sin rumbo, perdidos. No hay mucho más tiempo, en una hora cierran los restaurantes.
Hoy volverá a pasar. Son las 16:30, el sol afuera hace arder. Los fuegos de Canadá ponen el aire como si fuera Ciudad de México: gris, irrespirable. Solo espero ver los pájaros caer como piedras para comenzar las revueltas. El Supremo ha avalado la discriminación en negocios por principios… #wtf ? Sí, volverá a pasar. Estamos en el Café Nine, refugiándonos: del calor, del racismo, de la contaminación, del aburrimiento. Ya saldré, con gafas oscuras, y seguirán doliéndome los ojos. Deambularemos de nuevo. Y esperaremos el siguiente concierto, a las 16:00, para darle un beso al cuadro de Kerouac y gritar #WatchOutPunkIsHere