Estaba yo trabajando, cuando el Día de muertos llegó.
Uy, la Llorona estará viniendo, a ver la tradición.
¿Estamos en medio de Halloween?, la muerte preguntó.
¡Mmm, esos que se viste de naranja y calabaza!, pensó.
A todos los llevo a bailar norteñas, en vez de hip hop.
Yo llegué a casa corriendo, no vaya a ser que diga:
No han puesto altar de muertos, y todos por la patilla.
Arancha, grité con prisa, tenemos mucho trabajo.
Ve a la cocina y consigue: pan, chocolate y tequila.
Arancha me miró sorprendida:
En España lloramos, no hay jornadas festivas.
Si acaso me visto de Morticia, y a Orange Street, a pedir golosinas.
Tread or tricky repetía. Enajenada a los gringos seguía.
Si Hannia te viera, en su lenguaje de zombi gritaría:
Arancha, querida, tú eres de paella y sangría.
Hemos puesto un altar, con calabazas y sandias.
No hay hamburguesas ni pizzas, solo tequila y tortillas.
Las mexicanas y españolas, de esas que no llevan harina.
Para que nadie nos diga, que New Haven nos abducía.
En Playa del Carmen nos dicen, con las copas arriba,
Hay que bailar sobre las tumbas, pensando en la familia.
Hannia en zombi diría:
Arr dqwe urr wer dooo ¡eehaw-ria!
En el altar de Connecticut, hay abuelas, tías y ardillas.
Perros, patos, gallinas… toda una flotilla.
La llorona llegó haciendo auditoria.
En Connecticut parece hay historias tristes, diría.
A mí me marco pa’l futuro, a Arancha: tú, a la fila.
Mucho Halloween, calabazas y disfraz de mentiras.
Ponte en la fila, querida, nos vamos de travesía.
Ha sido solo un aviso, medio mentirijilla.
La travesía será, solo unos cuantos días.
Avisados estamos, gritó: altar, pan y tequila.῀
Editado: 1 noviembre 2025




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